LA ENTREVISTA CON LA PEDIATRA
Imma Sau: «Los hijos de los inmigrantes acabarán con la ablación»
. Es una referencia para los pediatras de Girona que luchan contra la ablación de clítoris y atienden a niñas cuyas familias emigraron desde África.
ÀNGELS GALLARDO
Si eres pediatra y un 30% de las niñas que atiendes son hijas de personas nacidas en países donde mutilan los genitales de las mujeres, no te puedes limitar a vigilar si esas pequeñas tienen caries dentales. Este es el razonamiento que se hizo Imma Sau (Barcelona, 1959) cuando decidió impedir que en su zona de actuación se tolerase la ablación de clítoris. Ha informado a cientos de pediatras sobre esta práctica, que el Código Penal español castiga con 12 años de cárcel.
–¿La mutilación genital de las niñas africanas es un tema molesto para los pediatras de aquí?
–Molesto, no. Es un tema que se desconoce y existe miedo a faltar al respeto a alguien. Pero si tienes claro que es una vulneración de los derechos de esas niñas, has de actuar.
–¿Y actúan?
–Las primeras veces cuesta. Cuando los pediatras abordan el problema comprueban que todo es más sencillo de lo que imaginan. Las familias africanas son mucho más permeables de lo que en general se piensa.
–Usted conoce a esas familias.
–Hace más de 15 años que trabajo con africanos, en zonas de Girona de altísima presencia de familias subsaharianas. En el ambulatorio de Olot atendí a 250 niñas de 0 a 15 años cuyas familias habían venido de Gambia, Senegal, Malí, Guinea, Burkina Faso o Mauritania. Ahora trabajo en Santa Coloma de Farners y tengo a unas 80 niñas africanas.
–¿Esas niñas están en riesgo de sufrir una mutilación genital?
–No. Decir eso sería alarmante y obviaría el trabajo que hemos hecho.
En Girona existen 67 mesas de prevención y vigilancia para evitar mutilaciones: participan educadores, servicios sociales, sanitarios y técnicos en inmigración. La niña en riesgo de ablación es una excepción.
–¿Qué hacen en esas mesas?
–Nos intercambiamos los datos de todas las familias subsaharianas que viven en esos 67 municipios. Sabemos con cuáles se ha hecho un trabajo de prevención
y en cuántas el padre se ha manifestado contrario a la mutilación. Hay hombres africanos que luchan contra la ablación.
–¿Cómo logran esos cambios?
–Creando circuitos de información y yendo por las casas. Las escuelas de las niñas nos informan cuando una familia tiene previsto viajar a África. Entonces convocamos a los padres en el CAP y les pedimos que firmen un documento en el que se comprometen a no mutilar a sus niñas.
–¿Conocen a todas las familias?
–Así es. El técnico de inmigración nos trae el censo y contrastamos sus datos con los de las escuelas. La posibilidad de que se nos escape alguna niña que ni esté censada ni haya pasado por la escuela ni haya ido a un centro de salud es casi nula.
–¿Qué les explican?
–Yo normalmente cito solo al padre. Aunque las que mutilan son las mujeres, quien decide hacer el ritual es la familia paterna. Les describo qué es una ablación y cómo se hace. En general, me contestan que eso no lo quieren para sus hijas. Son sinceros. A algunos les cambia la cara al conocer la realidad. Otros me dicen que bueno, que ya veremos... A esos les pongo una señal de alerta en el expediente y cuando nos reunimos aviso de que no se ha mostrado contrario a la mutilación. Se les vigila.
–¿Y qué sucede con ellos?
–Cuando tienen intención de viajar, les vuelvo a citar. Pido que me acompañen los Mossos d’Esquadra y, si conviene, busco la intervención del juez, que es quien decidirá si existe riesgo de mutilación. Algunos padres, en esta segunda visita se retraen de su actitud: una cosa es ver a una médico mujer y otra, tener delante a un mosso. La policía hace un importante trabajo de apoyo.
–¿Cuál es la función del juez?
–Si existe riesgo de que la niña regrese mutilada de África, el juez retira el pasaporte a la pequeña y lo retiene hasta que cumple 18 años. A veces también retira el de la madre para protegerla. Yo he presentado a muchísimas familias ante el juez, pero solo han retirado el pasaporte a tres. Los hombres que han emigrado suelen ser contrarios a la ablación.
–¿Cómo están las madres?
–En la zona donde trabajo, el 100% de las mujeres africanas adultas han sufrido mutilación genital. A la mayoría les hicieron ablación del clítoris y de los labios menores. A algunas se lo cosieron todo y solo tienen un agujerito. Para ellas es una sorpresa ver que aquí eso no se hace.
–¿Cómo reaccionan al saberlo?
–Con cautela. Algunos líderes radicales religiosos intentan hacerles creer que lo de no mutilar los genitales es una imposición europea. Que los blancos intentamos imponerles nuestras tradiciones. Que las queremos europeizar. La frase «te quieren volver blanca» es muy negativa para ellas, porque implica que dejarían de pertenecer a su grupo.
–¿Se extinguirán las mutilaciones?
–En España, sí. Los hijos de la primera generación de inmigrantes acabarán con la ablación, la eliminarán. Y, por la influencia que el inmigrante ejerce en su familia en África, también acabará siendo así allí.
–¿La mutilación genital de las niñas africanas es un tema molesto para los pediatras de aquí?
–Molesto, no. Es un tema que se desconoce y existe miedo a faltar al respeto a alguien. Pero si tienes claro que es una vulneración de los derechos de esas niñas, has de actuar.
–¿Y actúan?
–Las primeras veces cuesta. Cuando los pediatras abordan el problema comprueban que todo es más sencillo de lo que imaginan. Las familias africanas son mucho más permeables de lo que en general se piensa.
–Usted conoce a esas familias.
–Hace más de 15 años que trabajo con africanos, en zonas de Girona de altísima presencia de familias subsaharianas. En el ambulatorio de Olot atendí a 250 niñas de 0 a 15 años cuyas familias habían venido de Gambia, Senegal, Malí, Guinea, Burkina Faso o Mauritania. Ahora trabajo en Santa Coloma de Farners y tengo a unas 80 niñas africanas.
–¿Esas niñas están en riesgo de sufrir una mutilación genital?
–No. Decir eso sería alarmante y obviaría el trabajo que hemos hecho.
En Girona existen 67 mesas de prevención y vigilancia para evitar mutilaciones: participan educadores, servicios sociales, sanitarios y técnicos en inmigración. La niña en riesgo de ablación es una excepción.
–¿Qué hacen en esas mesas?
–Nos intercambiamos los datos de todas las familias subsaharianas que viven en esos 67 municipios. Sabemos con cuáles se ha hecho un trabajo de prevención
y en cuántas el padre se ha manifestado contrario a la mutilación. Hay hombres africanos que luchan contra la ablación.
–¿Cómo logran esos cambios?
–Creando circuitos de información y yendo por las casas. Las escuelas de las niñas nos informan cuando una familia tiene previsto viajar a África. Entonces convocamos a los padres en el CAP y les pedimos que firmen un documento en el que se comprometen a no mutilar a sus niñas.
–¿Conocen a todas las familias?
–Así es. El técnico de inmigración nos trae el censo y contrastamos sus datos con los de las escuelas. La posibilidad de que se nos escape alguna niña que ni esté censada ni haya pasado por la escuela ni haya ido a un centro de salud es casi nula.
–¿Qué les explican?
–Yo normalmente cito solo al padre. Aunque las que mutilan son las mujeres, quien decide hacer el ritual es la familia paterna. Les describo qué es una ablación y cómo se hace. En general, me contestan que eso no lo quieren para sus hijas. Son sinceros. A algunos les cambia la cara al conocer la realidad. Otros me dicen que bueno, que ya veremos... A esos les pongo una señal de alerta en el expediente y cuando nos reunimos aviso de que no se ha mostrado contrario a la mutilación. Se les vigila.
–¿Y qué sucede con ellos?
–Cuando tienen intención de viajar, les vuelvo a citar. Pido que me acompañen los Mossos d’Esquadra y, si conviene, busco la intervención del juez, que es quien decidirá si existe riesgo de mutilación. Algunos padres, en esta segunda visita se retraen de su actitud: una cosa es ver a una médico mujer y otra, tener delante a un mosso. La policía hace un importante trabajo de apoyo.
–¿Cuál es la función del juez?
–Si existe riesgo de que la niña regrese mutilada de África, el juez retira el pasaporte a la pequeña y lo retiene hasta que cumple 18 años. A veces también retira el de la madre para protegerla. Yo he presentado a muchísimas familias ante el juez, pero solo han retirado el pasaporte a tres. Los hombres que han emigrado suelen ser contrarios a la ablación.
–¿Cómo están las madres?
–En la zona donde trabajo, el 100% de las mujeres africanas adultas han sufrido mutilación genital. A la mayoría les hicieron ablación del clítoris y de los labios menores. A algunas se lo cosieron todo y solo tienen un agujerito. Para ellas es una sorpresa ver que aquí eso no se hace.
–¿Cómo reaccionan al saberlo?
–Con cautela. Algunos líderes radicales religiosos intentan hacerles creer que lo de no mutilar los genitales es una imposición europea. Que los blancos intentamos imponerles nuestras tradiciones. Que las queremos europeizar. La frase «te quieren volver blanca» es muy negativa para ellas, porque implica que dejarían de pertenecer a su grupo.
–¿Se extinguirán las mutilaciones?
–En España, sí. Los hijos de la primera generación de inmigrantes acabarán con la ablación, la eliminarán. Y, por la influencia que el inmigrante ejerce en su familia en África, también acabará siendo así allí.
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